jueves, 13 de enero de 2011

El hombre de carne y hueso


  
Estoy leyendo un gran libro, con doble satisfacción para mi, porque al gusto de la lectura y de la reflexion se suma el hecho que estoy leyendolo en su idioma original, el idioma español.

El libro es “Del Sentimiento Trágico de da Vida” de Miguel de Unamuno; fue editado en el 1912, hace casi cien anos pero tiene todavía intacta su fuerza y su actualidad.
Es más, en ese tiempo de allanamiento moral y cultural, de adecuación a dogmas colectivistas que llegan a negar el valor del individuo, transformando conceptos abstractos ("estato", "partido", "clase", "nación", "sociedad", etc.) en substancias  autónomas y independientes – en entitades en los cuyos remolinos viene arrastrado libertad, dignitad y responsabilidad, es importante escuchar una voz clara, alta y firme que nos habla no del hombre como deberia ser, no del hombre nuevo de las utopías revolucionarias, pero del hombre como es, del hombre de carne y hueso:

Homo sum: nihil humani a me alienum puto, dijo el cómico latino (1). Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre.
El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano.
Porque hay otra cosa, que llaman también hombre, y es el sujeto de no pocas divagaciones más o menos científicas. Y es el bípedo implume de la leyenda, el antropos de Aristóteles, el contratante social de Rousseau, el homo oeconomicus de los manchesterianos, el homo sapiens de Linneo o, si se quiere, el mamífero vertical. Un hombre que no es de aquí o de allí ni de esta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, una idea, en fin. Es decir, un no hombre.
El nuestro es otro, el de carne y hueso; yo, tú, lector mío; aquel otro de más allá, cuantos pensamos sobre la Tierra.
Y este hombre concreto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes filósofos.



2 comentarios:

  1. LO ASENTADO EN EL TEXTO ES SIN DUDA UNA DE LAS CUESTIONES FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA;
    INDIVIDUO O SOCIEDAD
    DESAFORTUNADAMENTE EL HOMBRE DE UNAMUNO DE 1912 NO SE PARECE EN NADA AL HOMBRE MASA DE UN MUNDO GLOBALIZADO, ENAJENADO Y PERDIDO EN LA SOLEDAD DE LA MUCHUEDUMBRE
    EL HOMBRE RICO PIENSA EL HOMBRE POBRE SUBSISTE

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  2. Lo que me escribes, tu comentario, se pone al centro de la reflexion sobre el individuo. Es cierto, Unamuno habla en el 1912, en el comienzo del "siglo atroz", como lo llamó Robert Conquest el historiador inglés, cuando su mundo, el mundo del hombre Unamuno, estaba a punto di desaparecer, de deshacerse.
    Propio por eso es importante, porque fue una alarma, nos llamó la atencion a lo que el veia y los demás no: una revolución épocal de una nueva manera de entender el mundo y el hombre.
    Otro grande hombre, José Ortega y Gasset, mira... otro filósofo y ensayista español, en su “La rebelión de las masas” en los años ’30 hablará de la fin del hombre-individuo y su substitución con el hombre-masa que
    “...se cree que con lo que sabe ya tiene más que suficiente y no tiene la más mínima curiosidad por saber más. Con el paso de los años ha perdido toda capacidad de asombro y además, desprecia todo lo que sea superior a él...”
    Y todavía:
    “...Europa se ha quedado sin moral. No es que el hombre-masa menosprecie una anticuada en beneficio de otra emergente, sino que el centro de su régimen vital consiste precisamente en la aspiración a vivir sin supeditarse a moral alguna...”
    “...El inmoralismo ha llegado a ser de una baratura extrema y cualquiera alardea de ejercitarlo...”.

    ...
    Pero esto nos ofrecerà la oportunidad por nuestras reflexiones...
    Roberto

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