La manera más simple de
aprender es la de imitar, de copiar.
Esta es la
forma a través de la cual, en el mundo animal, los recién nacidos aprenden de la mamá
el comportamiento para sobrevivir entre los peligros de la selva, y también los
bebé del hombre siguen este proceso imitativo.
Ven y
copian, o por lo menos intentan de copiar, de repetir, y poco a poco aprenden.
Nosotros,
hombres adultos, hemos perdido esta natural y simple forma de conocimiento. Por
una particular forma de presunción y soberbia, rechazamos los ejemplos, la
soluciones afianzadas y ganadoras, para recorrer caminos nuevos, ideológicos y
atractivos, pero en muchos casos, peligrosos y desviantes.
Leyendo que
por la cuarta vez seguida Suiza fue reconocida por el Foro Económico Mundial
(World Economic Forum, WEF) como el país más competitivo en el mundo, más eficiente
e innovador, me paré a pensar en el porqué, como a mi me parecería lo más lógico y
fácil, no buscamos las razones de este éxito para intentar de hacer lo mismo en
nuestros países.
Esto es lo
que normalmente se hace en las empresas cuando estudiamos las más ganadoras
para encontrar su ventaja competitiva, su punto fuerte y compararlo con nuestra
realidad.
Entonces,
¿que tiene Suiza que otros países no tienen? ¿que hace mejor que los otros?
No tiene
minerales en su subsuelo, ni petróleo que pueda darle riqueza como si cayera
del cielo sin merecerla. Es un país sin salida al mar, está rodeada de montañas y a pesar de esto se encuentra en 9° posición
mundial en el export y en 5° en el export de servicios.
Todo lo que
tiene lo construyó, mejor lo construyeron sus habitantes, los suizos.
Suiza es un
país pequeño (
50 veces más pequeño de México y, con su 8 millones de habitantes, 15 veces menos
poblado), y sin embargo uno de los países mas ricos del mundo.
En estos últimos anos,
cuando todos los países enfrentan problemas económicos y financieros enormes con el riesgo
fundado de desplomarse en la peor y mas extensa recesión económica de los últimos
siglos, Suiza ha bajado su deuda sobre PIB del 55% al 35% y la tasa de
desempleo está fija alrededor del 3%, es
decir fisiológica.
Hay que
decir que el 1985 un referéndum popular, institución que es un claro ejemplo de
democracia directa, con la aprobación del 85% de los electores introdujo el llamado
“freno a la deuda” que impuso al gobierno central de no subir los gastos mas de
la tasa tendencial de la subida de los ingresos: idea simple pero genial al fin
de parar la megalomanía de los políticos.
Y ¿como pasa
eso? ¿Quizás los suizos son diferentes de los otros hombres? ¿Tienen algo que
genéticamente los haces mejores?
Yo no lo
creo y no pienso que la respuesta la encontraremos en este camino.
Lo primero en el cual tenemos que
apuntarnos es su estabilidad político-social prácticamente inigualable: desde
el 1815, cuando el Congreso de Viena restableció el orden en Europa después de la tormenta napoleónica y Suiza fue reconocida independiente y
neutral, nunca enfrentó guerras ni
adentro ni afueras de sus confines desde el 1674. Ni siquiera Hitler, en su
tiempo, se atrevió a someterla.
Y también su forma particular de república
federal formada por 26 estados,
llamados cantones, unos de los cuales muy pequeño con alrededor de 15-20 mil
habitantes. En virtud de la dimensión reducida y de su extremo fraccionamiento
Suiza tiene la ventaja comparativa de la democracia directa.
Nunca soportó una época de absolutismo estatal; nunca fue, ni ahora lo es,
un estado burocrático y opresivo; no hay otro lugar en el mundo donde los
ciudadanos pueden llevar su voz cantante: piensen a la elección popular delos
jueces y a la votación sobre la deuda pública.
Esta forma de estado que deja
autonomía y libertad a los ciudadanos, en los cantones y en los comunes, nace
de la origen fundativa de Suiza como
unión de pequeños estados con
la finalidad de guardar la autonomía de las ciudades y de las liberas
asociaciones campesina.
La heterogeneidad sea lingüística
(tres idiomas oficiales más el romanche)
sea religiosa nos habla del nivel de libertad que se encuentra por allá.
“Se asociaban para defender su
diversidad” –escribió Denis de
Rougemont, filósofo suizo de Neuchâtel- “el fundamento de su solidaridad no
estaba en el poder colectivo, sino en la autonomía del individuo”.
Hechos y palabras que deberían
hacernos reflexionar en ese tiempo en el cual el “mantra” es el estado
universal, el estado “grande hermano” con los hombre siempre más reducidos a vacas de ordeñar.