domingo, 30 de diciembre de 2012

Impuestos: cuando lo mucho cansa

Depardieu - Obelix



Ya habrán leído de Gerard Depardieu, el famoso actor francés, que como protesta en contra del gobierno de François Hollande, que recientemente aprobó aumentar a 75% el pago de impuestos a quienes ganen más de un millón de euros año (1.300.000 dólares), decidió mudarse a una localidad belga ubicada a un kilómetro de la frontera de Francia.
Y además, aunque el Tribunal Constitucional haya rechazado la ley -pero pronto replanteada por el gobierno-, Depardieu devolvió su pasaporte y parece que tomará el ruso.
“Estoy harto de trabajar por el estado” – dijo y añadió que en 2012 había pagado el 85% de impuesto sobre su renta.

En Francia el caso levantó un revuelo: quien como el ministro del Empleo y Seguridad Social dijo que era “un caso de decadencia personal”, la de Cultura dijo que era un escándalo y que para Depardieu “habría sido mejor quedarse en el cine mudo”; otros politicos, los de oposición, encontraron que el verdadero escándalo era el impuesto y la decisión tomada por del actor era la consecuencia de la política fiscal irresponsable de los socialistas.
Yo también participo de esta posición: para quien considere derecho inalienable lo de su propia vida, de su libertad, de su propiedad,  los impuestos de los gobiernos son un robo y cuando llegan a este nivel, además de una estupidez pues son contraproducientes, se manifiestan como un hecho de soberbia y de prevaricación.
Bueno, Hollande, el presidente francés, se encuentra en buena compañía pues también Barak Obama, otro socialista, intenta hacer lo mismo; y también en Italia, en España es igual.
Pero el numero puede ser fuerza, pero no, en absoluto, legitimidad, verdad y coherencia.

Le adjunto un articulo sobre el argumento del profesor español Juan Ramón Rallo, que agradezco por su tacita permisión, que mucho me gustó por inteligenzia y agudeza.


De servicios y servidumbres
Decía Lysander Spooner que el Estado era peor que un asaltador de caminos porque éste, al menos, no intentaba sermonearte y convencerte de que te estaba robando "por tu bien": el ladrón te arrebata la cartera, se va y te deja en paz, mientras que el Estado se instala a tu lado para convertirte no sólo en su esclavo económico sino, sobre todo, en su esclavo moral.

El Estado francés no sólo es una institución que año tras año se queda con más de la mitad de todos los ingresos de sus ciudadanos, sino que además trata de persuadirles de que todavía pagan demasiado poco y de que redunda en su interés el terminar de rendir sus haciendas particulares a la Hacienda de la República. Tampoco es que posea alternativa: cualquier banda organizada que ose sisar cantidades tan astronómicas a un grupo de personas necesariamente vivirá sometido a un riesgo potencial de rebelión que únicamente podrá aplacarse y controlarse con un continuado adoctrinamiento y una bombardeante propaganda.
A tal fin se dirigió el célebre Hollandazo fiscal por el que las rentas de más de un millón de euros pasaban a estar sometidas a un tipo marginal del 75%. Su propósito, a diferencia de lo que algunos quisieron creer, no era el de incrementar los ingresos del Estado francés, pues la recaudación de la medida se preveía absolutamente exigua, sino templar los ánimos de unas clases medias que se ven sometidos a un sistema fiscal igualmente invasivo y ahogante. En otras palabras, el objetivo del Hollandazo era hacerles más digerible la rapiña fiscal a la mayoría de franceses de ingresos moderados –que son el auténtico granero del que se nutre el erario– ofreciéndoles a modo de sacrificio y carnaza el despellejamiento de cuatro odiosos ricachones. En el fondo no era un impuesto contra los ricos, sino una campaña de marketing para consolidar la exacción fiscal de las clases medias y bajas.
De ahí que la reacción de Gerard Depardieu sea tan bienvenida. No porque Obelix esté combatiendo al César François por el bien de la irreductible aldea gala, sino porque, al tratar de salvaguardar su propiedad en su propio interés, no sólo recuerda a todos los franceses quiénes son siempre los auténticos sojuzgados en materia fiscal (todos aquellos que no pueden evitarlo, esto es, la mayor parte de las clases medias que no cuentan ni con recursos ni con asesores para protegerse de las mordidas gubernamentales) sino que, sobre todo, pone de relieve el auténtico fondo de la cuestión: la tributación confiscatoria de la Grandeur.
Así las cosas, a Hollande no le ha quedado otro remedio que salir a la palestra para tratar de redirigir la indignación social contra los exiliados fiscales como Depardieu en lugar de contra lel auténtico culpable: la voraz Hacienda gala. Peticiona Hollande que los contribuyentes tienen el deber de servir a Francia, es decir, al Estado francés, es decir, al propio Hollande. Otro con complejo de Rey Sol.
En realidad, el mayor servicio que los contribuyentes franceses pueden prestar a su país y a sus connacionales no es agachar la cabeza e hincar la rodilla ante el publicano de turno, sino, entre otras contestaciones, ejercer en masa el muy democrático voto con los pies cruzando la frontera y acelerando la descomposición de su reaccionario, opresivo y pauperizador régimen tributario.
Lo que reivindica Hollande no es un servicio a la ciudadanía, sino una servidumbre al Estado; mas sólo revistiendo lo segundo de lo primero tendrá oportunidad de canalizar el odio social contra el traicionero exiliado fiscal, minimizar futuros casos análogos, argamasar a quienes creen que pagan muchos impuestos porque los ricos no contribuyen y, en última instancia, lograr mantener en pie la descarada institucionalización del expolio en beneficio de políticos, burócratas, grupos de presión y buscadores de rentas. A nada más que esto se reduce toda la pomposa retórica de nuestros estatistas gobernantes.
Juan Ramón Rallo el 28 de dic de 2012



viernes, 28 de diciembre de 2012

¿porque?




La gente no conoce su verdadero poder


Esta reflexión sale de una respuesta de una amiga lectora al artículo de Luis Pazos (Ideologías ¿al servicio del poder y del dinero?) que he reproducido abajo. La respuesta acababa con un interrogativo, terrible, casi angustioso: ¿porque?


Hay una escuela de pensamiento que, salida del liberalismo clásico (lo de Locke, Smith, Hume para entendernos) creció y se desarrolló, hasta hacerse autónoma, poniendo en evidencia los errores o, mejor, los espejismo del liberalismo.
Esta propia filosofía política se llama Libertarismo y se funda en el axioma (principio evidente que no necesita de demonstraciones) de no agresión, entendida como utilización o amenaza de la violencia con respecto a la persona o a la propiedad de alguien. Nadie, repito nadie y por lo tanto ni siquiera los  poderes constituidos, puede acometer, violar las libertades fundamentales del hombre. 
Por esto consigue la crítica del Estado, quien desde siempre, se ha ar­rogado el monopolio de la agresión a través de la tasación, del reclutamiento obligatorio, de la imposición de sus servicios de defensa y de justicia.
En el específico se ha arrogado el monopolio de la fuerza, de la ley, del poder judicial, del poder de acuñar moneda, el monopolio de las tierra inutilizadas, de las carreteras y autopistas, de las aguas costeras hasta la distribución del correo. Además hay una peculiaridad del aparato estatal: es el único sujeto que se procura su propia renta con la coerción, amenazando condenas severas si la entrada no le llega; todos los otros en la sociedad, particulares y grupos, en contra, se mantienen produciendo y vendiendo bienes y servicios.

¿Porqué esta larga, espero no demasiado, digresión?
Porque es de aquí que deberíamos tomar conciencia de nuestros derechos, que están connaturales a la existencia del hombre y no son una concesión benévola del poder, del estado. Estos derechos son naturales, por lo tanto pre-estatales, pre- cualquier cosa: como cristiano me atrevo a decir que los hemos recibidos por Dios, junto con la creación y hacen parte de nuestra naturaleza de hombres.
Hasta cuando no nos daremos cuenta hasta el fondo de nuestra fuerza, de nuestros derechos; hasta cuando no cesaremos de hincarse de rodillas frente a la opresión (y la imposición fiscal es una opresión, la redistribución de las rentas es un robo, la solidaridad coactiva, en todas formas que no me pongo a enumerar, es inmoral); hasta cuando no tomaremos conciencia y valor para decir: no, para oponerse a la mascarada che llaman democracia, a la falsedad del estado del bienestar que nos quiere sometidos como siervos a la mesa del patrón; hasta entonces seremos esclavos y aunque todo viéramos y supiéramos, estaríamos callados.

Quizás no he contestado al interrogante aunque he intentado explicar las causas que nos llevan a esta situación de callada, rendida y, me permitan, culpable aceptación

La verdadera respuesta está en cada uno de nosotros: En su vida de cada día, en el rechazo de cualquiera componenda, en la propia independencia moral, en la enseñanza que dejamos a los hijos y los vecinos de honradez y integridad.
Tendremos que rehusar las lógicas y los cánones que el poder, con el parasitismo y la corrupción que le está congenial, nos ha impuesto; dejar de considerarlo inevitable y ineludible.

Hemos tenido otra vida antes de todo esto y otra vida es posible.



Les voy a compartir el articulo de hoy por Luis Pazos sobre poder y dinero.
!Disfrutenlo! Tambien mi nota.

Ideologías ¿al servicio del poder y del dinero?
“Después de cuatro décadas de fracasos de los monopolios estatales en México y en el mundo, la única razón, atrás de su conservación, es el poder y el dinero.”
Durante mi adolescencia conocí a líderes de izquierda, que en aquellos tiempos, hace como 4 décadas, pensaban sinceramente que el manejo del petróleo, la electricidad, los ferrocarriles y los puertos por parte del Estado, evitaría la explotación de los trabajadores, y que esa propiedad estatal garantizaría la soberanía de México.
Después de cuatro décadas de fracasos de los monopolios estatales en México y en el mundo, la única razón, atrás de su conservación, es el poder y el dinero.
Al analizar los millones de dólares que han ganado ilícitamente contratistas, funcionarios y líderes obreros en las compañías eléctricas y petroleras mexicanas, queda claro que actualmente los argumentos de soberanía, nacionalismo y el de evitar la explotación de los trabajadores, no son más que una fachada para justificar el desvío impune de millones de pesos y de dólares a favor de mafias que utilizan los términos soberanía, autonomía y nacionalismo para enriquecerse y formar camadas de “Ricos del Gobierno”, como lo explico con más detalle en un libro con ese título.
Todavía hay gente de buena fe que milita en grupos y partidos de izquierda que piensa sinceramente que mantener el petróleo o las compañías eléctricas en manos del Estado beneficia al país. Esas personas, crudamente hablando, hacen el papel de “idiotas útiles” para que contratistas privados, funcionarios y líderes obreros, que han amasado fortunas mayores a las del 99% de los empresarios en México, lucren con los monopolios estatales, que no tienen ninguna justificación ética, social y económica para existir.
Luis Pazos 28 de dic de 2012

!Excelente articulo prof. Pazos!
Lo que sin embargo quiero decirle es que la supuesta sinceridad de unos líderes izquierdistas de los cuales nos cuenta, salía de la total y culpable ignorancia de los procesos economicos. Y todavía sigue así, disfrazando la busqueda de poder y dinero por los pabellones de siempre: soberania, nacionalismo y defensa del pueblo.
¿Cuándo lograremos entenderlo?
CasaItalia

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El 26 de diciembre, día de San Esteban


El asesinato de Tomás Becket, arzobispo de Canterbury



En la Europa católica este día es un día de fiesta religiosa pues se recuerda a San Esteban, el primer mártir del cristianismo.

Siempre me pareció extraña esta conexión: el día de fiesta del Nacimiento y el día de luto por quien primero fue martirizado por su fe.
Luego, hace muchisimos años, encontré las paginas de “Asesinato en la Catedral” fabuloso drama de T.S. Eliot que nos cuenta del asesinado de Tomás Becket arzobispo de Canterbury, en la Inglaterra del año mil cien.

Y entendí el sentido profundo de esta conexión y mucho más pues Thomas Stearns Eliot, poeta y dramaturgo inglés del siglo pasado, nos lleva en la profundidad de la fe donde parece que la razón, la razón del hombre, se pierda.

Mejor que todo los dejo con unas paginas, la más vibrantes de fe, extraidas del drama que les mencioné.


El Arzobispo se levanta, va hacia el púlpito y empieza la prédica: estamos en la mañana de la Navidad del 1170.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor”. Versículo décimocuarto del segundo capítulo del Evangelio según san Luca.

Mis queridos hijos de Dios, mi sermón de esta mañana va a ser muy corto.
Sólo quiero que consideren, reflexionen sobre el significado profundo y el misterio de la Misa en el Día de Navidad.
Porque, cada vez que celebramos la Santa Misa renovamos la pasión y muerte de nuestro Señor, y en este día de Navidad, la renovamos en la celebración de Su Nacimiento. Así que, al mismo tiempo, disfrutamos de Su Venida para la salvación de los hombres, y volvemos a ofrecer a Dios su Cuerpo y su Sangre en el sacrificio, oblación y satisfacción por los pecados de todo el mundo.

Fue en esta misma noche, que acaba de pasar, que una multitud de las huestes celestiales apareció a los pastores de Belén, diciendo: " Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor"; esta es la razón por qué en este mismo momento, sólo en el año, celebramos juntos y el Nacimiento de Nuestro Señor y Su Pasión y Muerte en la Cruz.

Queridos amigos, de acuerdo con el Mundo, este tipo de comportamiento es muy extraño. Pues quien en el mundo puede llorar, y alegrarse al mismo tiempo y por la misma razón?
Sin embargo, o la alegría estará dominada por la aflicción, o la aflicción será disipada por la alegría y por lo tanto es sólo en estos nuestros misterios cristianos que nosotros podemos alegrarnos y llorar al mismo tiempo y por la misma razón.
Pero piensen en el significado de la palabra" paz "
¿No les parece extraño que los ángeles hayan anunciado: Paz, cuando el mundo está constantemente afectado por la guerra, y el miedo a la guerra?
¿No creen que las voces angelicales estaban equivocadas, y que la promesa fue una decepción, y un fraude?

Consideremos, ahora, cómo Nuestro Señor mismo habló de la Paz.
Él dijo a sus discípulos: "Mi paz os dejo, mi paz os doy."
Quería decir: la paz, tal como lo entendemos?
El reino de Inglaterra está en paz con sus vecinos? Los barones en paz con el Rey? El cabeza de familia contando sus pacíficas ganancias? El hogar bien limpiado, su mejor vino en la mesa para el amigo? Su mujer cantando a sus hijos?

Esos hombres, que eran sus discípulos no sabían acerca de estas cosas; salieron a hacer un viaje largo, a sufrir por tierra y mar, a padecer la tortura, el encarcelamiento, la decepción, a sufrir la muerte por martirio.
¿Qué quiso decir, entonces?
Si ustedes quieren saber, recuerden que Él también dijo: "No como el mundo la da, yo les doy, mi paz". Por lo tanto, les dio la paz a sus discípulos, pero no la paz como la da el mundo.

Consideren también una cosa en la que, tal vez, nunca han pensado.
No sólo celebramos junto, en la fiesta de Navidad, el Nacimiento de Nuestro Señor y su Muerte, pero al día siguiente, celebramos el martirio de Su primer mártir, el beato Esteban.
¿Creen ustedes que sea por casualidad que el día del primer mártir sigue inmediatamente el día del nacimiento de Cristo?
Por supuesto que no. Al igual que disfrutamos y sufrimos juntos, el Nacimiento y la Muerte de Nuestro Señor, así, aún proporcionalmente menor, disfrutamos y sufrimos la muerte de los mártires.
Sufrimos por los pecados del mundo que les ha martirizado; disfrutamos que otra alma se cuenta entre los santos en el Cielo, para la gloria de Dios y para la salvación de los hombres.
Queridísimos, nosotros no pensamos en un mártir simplemente como un buen cristiano que fue elevado a la categoría de santos, ya que esto sólo sería disfrutar; así pues, ni nuestro clamor, ni nuestro disfrute son como los del mundo.
Un martirio cristiano no es un "caso". Los santos no se hacen al "azar".
Mucho menos es, el martirio cristiano, el efecto de la voluntad de un hombre para convertirse en un santo; como un hombre, querendo y tramando, puede convertirse en un gobernante de los hombres.
Un martirio es siempre el designio de Dios, por su amor a los hombres, para advertirles y para guiarlos, para traerlos de vuelta en las calles.
Un martirio no es un dibujo de un hombre pues verdadero mártir es el que se ha convertido en un instrumento de Dios, que ha perdido su voluntad en la voluntad de Dios; no pero perdida sino encontrada, porque ha encontrado la libertad en la sumisión a Dios
El mártir ya no desea nada para sí mismo, ni siquiera la gloria del martirio.
Como en la tierra, la Iglesia junto se alegra y llora, de una manera que el mundo no puede entender, así en el cielo los santos no ven a sí mismos como nosotros los vemos, pues están en la luz de la Divinidad de la que sacan su ser.


P.D. La traducción, disculpen, es mía