domingo, 20 de febrero de 2011

Sobre la libertad


…libertà va cercando, ch'è sì cara,
come sa chi per lei vita rifiuta.

...busca la libertad, que es tan preciada,
cual sabe quien a cambio da la vida.


El comentario de una joven amiga me ha llegado a reflexionar sobre un asunto importante, fundamental por el hombre: la libertad. Y pronto me salieron a la memoria los versos que he puesto en epigrafe.
Inmortales palabras (Dante, Divina Comedia, Purgatorio canto I) de Virgilio a Catón el Viejo, el que
non dudó de  quitarse la vida cuando vio la libertad de Roma pisoteada por las legiónes de César triunfador.
Catón como emblema, como guardián intransigente de la integridad moral que tiene la libertad como asunción irremisible para una vida digna de ser vivida.


Hay que decir que la libertad, el concepto de libertad ha cambiado mucho de aquel tiempo.

El filósofo que lo puso en evidencia, iniciando una discusión que aún perdura en nuestros días, fue Benjamin Constant, cuando en el 1819 pronunció su discurso “De la libertad de los Antiguos comparada a la de los Modernos”.
Cabalmente para los Antiguos libertad era participación activa y seguida a la vida pública que consistía en deliberar sobre la guerra y la paz, en votar las leyes, en pronunciar sentencias, en examinar la gestión de los magistrados y otros similares asuntos. Era en fin una libertad colectiva que admitía como compatible la completa sumisión del individuo en la autoridad de la multitud reunida.
Los hombres no tenían derechos como individuos sino como ciudadanos que solo en la patria encuentran su dignitad de hombres: los Antiguos no podían imaginar condena más grave que privar de ella al hombre. El castigo ordinario de los grandes crímenes era el destierro, la privación de los derechos como ciudadano: Socrates prefirió morir en Atenas antes que, exiliado, vivir fuera de ella.

Por el contrario los Modernos cuando hablamos de la libertad entendimos la libertad individual que no es “el derecho para cada cual de hacer lo que le apetezca, y no estar a ley alguna sujeto” (no hay que confundir libertad con albedrío) sino, como dijo Frederic Bastiat en su famoso ensayo La Ley, “el ejercicio, en ausencia de interferencias, de todas las facultades que no perjudiquen los iguales derechos de los demás”.

Y la filosofía política moderna, egresando de John Locke afirmando que cada hombre tiene una propiedad en su propia persona y sobre esta nadie tiene ningún derecho salvo él mismo, puso en el derecho de propriedad la salvaguardia, el limite impasable respecto a las agresiónes, a las coacciónes ajenas, de otro hombre o también del Estado.

Llegando a Murray Rothbard y a la concepción libertaria por la cual libertad es "un estado en el cual los derechos de propiedad de una persona sobre su propio cuerpo y su legítima propiedad material no son invadidos ni agredidos".
Añadiendo: "Entonces, el libertario es obviamente un individualista, pero no un igualitarista. La única ‘igualdad’ que defendería es la igualdad del derecho de cada hombre a la propiedad de su persona, a la propiedad de sus recursos sin utilizar que ocupe y a la propiedad de otros que haya adquirido a través de un intercambio voluntario u obsequio."

Apuntando el debate que es actual entre libertad y igualdad, entre la igualdad de las oportunidades y la de los resultados, sobre el derecho tomado por el Estado de reducir la libertad para aumentar la igualdad.


Pero, aceptando que esta simple y simplificada reflexión haya interesado por lo menos uno de mis cuatro lectores, esto podría ser el argumento de otra entrada.




2 comentarios:

  1. "Amar lo que hacemos es transformar la esclavitud en libertad"

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  2. Gracias por escribir, me gusta leer las cosas sabias que puede hacerte ver un amigo que tiene una experiencia mayor de la vida; me gusta escuchar y aprender.

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