sábado, 21 de enero de 2012

Mujer que lee, sabe.




El otro día recibí de una amiga un mail con una historieta sobre una mujer que lee, una de las tantas que circulan en la red. Quizá la hayan ya leida.
De todos modos voy a pegarla aquí abajo si acaso alguien no la conociera.

Mujer que lee sabe.
Una mañana, el marido vuelve a su cabaña después de varias horas de pesca y decide dormir una siesta. Aunque no conoce bien el lago, la mujer decide salir en la lancha. Se mete lago adentro, ancla y lee un libro..
Viene un Guardián en su lancha, se acerca a la mujer y dice:
'Buenos días, señora. ¿Qué está haciendo? '
- Leyendo un libro- responde ella (pensando '¿No es obvio?')
-Está en zona restringida para pescar- le informa Él.
- Disculpe, oficial, pero no estoy pescando, estoy leyendo.
-Si, pero tiene todo el equipo, por lo que veo, podría empezar en cualquier momento, tendré que llevarla y detenerla.
- Si hace eso, lo tendré que acusar de abuso sexual- dice la mujer...
-Pero ni siquiera la toqué !!! - dice el guarda.
- Es cierto, pero tiene todo el equipo. Por lo que veo, podría empezar en cualquier momento.
-Disculpe, que tenga un buen día, "señora", y se fue....
Moraleja:
Nunca discutas con una mujer que lee.. Sabe pensar....

La fábula es simpática y divertida y tiene también algo de interesante.
Como todas las fábulas, desde el griego Esopo y el latín Fedro, tiene escrita una moraleja que pero, para mi, es bastante superficial. Porque lo que aparece de este cuento no es solo la prontitud y la sagacidad de la mujer, rapida en el contestar al guardián, pero algo más profundo que la moraleja simplona no toma en evidencia.

No es una broma chistosa entre un hombre y una mujer: el hombre que intenta avasallar; la mujer mas lista que el; el hombre que entonces se retira.
El guardián representa el estado que todo quiere controlar con sus leyes, la mujer el individuo, el ciudadano comun; y se enfrentan en un asunto que investe conceptos fundamentales de culpa, de justicia y a la fin de libertad.

Porque el individuo, en los estados modernos suedo-democraticos y a la fin dirigistas y interventistas, se encuentra siempre en la incómoda posición de sujeto controlado y investigado al cual se inculpan no sólo las acciones, como sería correcto según el principio de responsabilidad individual, sino incluso las intenciones.
Y en el caso del cuento, ya no sólo la intención de cometer un ilícito sino incluso la hipotética posibilidad-capacidad de cometerlo.

Claro, si pasa esta interpretacions de la ley, y ya pasó, todos somos culpables de algo, porque propio este es el proposito de la justicia positiva expresada por los estados: lo de tenernos bajo control, de tenernos en estado de sumisión a un poder ciego, absoluto y incuestionable.

Es el concepto de prevención en la gestión de la justicia que lleva a la penalidad de condena de la mujer que, aunque estuviera sólo leyendo, tenía en el barco las cañas de pescar.
Pero, como contesta en ese caso con prontitud la mujer tambien el hombre, el controlor, tiene algo que, en el concepto de prevencion, puede configurarse como intencion-intento de abuso sexual.


Es la situación de impotencia y de sumisión que ya hemos incontrado en las distopías de la primera mitad del siglo XX que advertían de los peligros del socialismo de Estado, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias. Como en Nosotros novela rusa escrita por Yevgeni Zamiatin, en 1984 por George Orwell, en Un mundo feliz de Aldous Huxley y en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Sin hablar de Franz Kafka que primero expresó la tragedia del hombre, destituido de su humanidad, aniquilado por un sentido de culpa que nunca está expresado que pero lo oprime y a la fin lo mata.


Pero el verdadero concepto de justicia en la libertad es exactamente el opuesto: el hombre es libre, tiene el derecho de hacer cualquier cosa que no pueda lastimar los iguales derechos del otro. En una sociedad así (correctamente) entendida la relación, única y verdadera, es la que se establece entre los individuos y el estado tiene que ser tercio, es decir estar ajeno a la vida social y intervenir únicamente cuando el comportamiento entre los individuos no es correcto.

Aceptar la prevencion en el campo de las acciones individuales quiere decir reducir el hobre a la esclavitud, un estado en el cual nada es permitido excepto lo que esta autorizado por la ley.

Lo que, a diferencia de la historieta de arriba, ya occurre, ya ha ocurrido.


Esta para mi es la verdadera moraleja, la verdadera enseñanza de este simple cuento.

Y no debenos olvidarnos de lo que nos dejó dicho Thomas Jefferson: la eterna vigilancia es el precio de la libertad.

1 comentario:

  1. Definitivamente todos deberíamos leer más en este país, los que ya lo hacemos, y los que no lo hacen, nunca es tarde para empezar!!

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