viernes, 28 de diciembre de 2012

¿porque?




La gente no conoce su verdadero poder


Esta reflexión sale de una respuesta de una amiga lectora al artículo de Luis Pazos (Ideologías ¿al servicio del poder y del dinero?) que he reproducido abajo. La respuesta acababa con un interrogativo, terrible, casi angustioso: ¿porque?


Hay una escuela de pensamiento que, salida del liberalismo clásico (lo de Locke, Smith, Hume para entendernos) creció y se desarrolló, hasta hacerse autónoma, poniendo en evidencia los errores o, mejor, los espejismo del liberalismo.
Esta propia filosofía política se llama Libertarismo y se funda en el axioma (principio evidente que no necesita de demonstraciones) de no agresión, entendida como utilización o amenaza de la violencia con respecto a la persona o a la propiedad de alguien. Nadie, repito nadie y por lo tanto ni siquiera los  poderes constituidos, puede acometer, violar las libertades fundamentales del hombre. 
Por esto consigue la crítica del Estado, quien desde siempre, se ha ar­rogado el monopolio de la agresión a través de la tasación, del reclutamiento obligatorio, de la imposición de sus servicios de defensa y de justicia.
En el específico se ha arrogado el monopolio de la fuerza, de la ley, del poder judicial, del poder de acuñar moneda, el monopolio de las tierra inutilizadas, de las carreteras y autopistas, de las aguas costeras hasta la distribución del correo. Además hay una peculiaridad del aparato estatal: es el único sujeto que se procura su propia renta con la coerción, amenazando condenas severas si la entrada no le llega; todos los otros en la sociedad, particulares y grupos, en contra, se mantienen produciendo y vendiendo bienes y servicios.

¿Porqué esta larga, espero no demasiado, digresión?
Porque es de aquí que deberíamos tomar conciencia de nuestros derechos, que están connaturales a la existencia del hombre y no son una concesión benévola del poder, del estado. Estos derechos son naturales, por lo tanto pre-estatales, pre- cualquier cosa: como cristiano me atrevo a decir que los hemos recibidos por Dios, junto con la creación y hacen parte de nuestra naturaleza de hombres.
Hasta cuando no nos daremos cuenta hasta el fondo de nuestra fuerza, de nuestros derechos; hasta cuando no cesaremos de hincarse de rodillas frente a la opresión (y la imposición fiscal es una opresión, la redistribución de las rentas es un robo, la solidaridad coactiva, en todas formas que no me pongo a enumerar, es inmoral); hasta cuando no tomaremos conciencia y valor para decir: no, para oponerse a la mascarada che llaman democracia, a la falsedad del estado del bienestar que nos quiere sometidos como siervos a la mesa del patrón; hasta entonces seremos esclavos y aunque todo viéramos y supiéramos, estaríamos callados.

Quizás no he contestado al interrogante aunque he intentado explicar las causas que nos llevan a esta situación de callada, rendida y, me permitan, culpable aceptación

La verdadera respuesta está en cada uno de nosotros: En su vida de cada día, en el rechazo de cualquiera componenda, en la propia independencia moral, en la enseñanza que dejamos a los hijos y los vecinos de honradez y integridad.
Tendremos que rehusar las lógicas y los cánones que el poder, con el parasitismo y la corrupción que le está congenial, nos ha impuesto; dejar de considerarlo inevitable y ineludible.

Hemos tenido otra vida antes de todo esto y otra vida es posible.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario