La gente no conoce su verdadero poder |
Esta reflexión sale de una respuesta de una amiga
lectora al artículo de Luis Pazos (Ideologías ¿al servicio del poder y del
dinero?) que he reproducido abajo. La respuesta acababa con un interrogativo,
terrible, casi angustioso: ¿porque?
Hay una escuela de pensamiento que, salida del
liberalismo clásico (lo de Locke, Smith, Hume para entendernos) creció y se
desarrolló, hasta hacerse autónoma, poniendo en evidencia los errores o, mejor,
los espejismo del liberalismo.
Esta
propia filosofía política se llama Libertarismo
y se funda en el axioma (principio evidente que no necesita de demonstraciones)
de no agresión, entendida como utilización o amenaza de la violencia con
respecto a la persona o a la propiedad de alguien. Nadie, repito nadie y por lo
tanto ni siquiera los poderes
constituidos, puede acometer, violar las libertades fundamentales del
hombre.
Por esto consigue la crítica del Estado, quien
desde siempre, se ha arrogado el monopolio de la agresión a través de la
tasación, del reclutamiento obligatorio, de la imposición de sus servicios de
defensa y de justicia.
En el específico se ha arrogado el monopolio de la
fuerza, de la ley, del poder judicial, del poder de acuñar moneda, el monopolio
de las tierra inutilizadas, de las carreteras y autopistas, de las aguas
costeras hasta la distribución del correo. Además hay una peculiaridad del
aparato estatal: es el único sujeto que se procura su propia renta con la
coerción, amenazando condenas severas si la entrada no le llega; todos los
otros en la sociedad, particulares y grupos, en contra, se mantienen
produciendo y vendiendo bienes y servicios.
¿Porqué esta larga, espero no demasiado,
digresión?
Porque es de aquí que deberíamos tomar conciencia
de nuestros derechos, que están connaturales a la existencia del hombre y no
son una concesión benévola del poder, del estado. Estos derechos son naturales,
por lo tanto pre-estatales, pre- cualquier cosa: como cristiano me atrevo a
decir que los hemos recibidos por Dios, junto con la creación y hacen parte de
nuestra naturaleza de hombres.
Hasta cuando no nos daremos cuenta hasta el fondo
de nuestra fuerza, de nuestros derechos; hasta cuando no cesaremos de hincarse
de rodillas frente a la opresión (y la imposición fiscal es una opresión, la
redistribución de las rentas es un robo, la solidaridad coactiva, en todas
formas que no me pongo a enumerar, es inmoral); hasta cuando no tomaremos
conciencia y valor para decir: no, para oponerse a la mascarada che llaman
democracia, a la falsedad del estado del bienestar que nos quiere sometidos
como siervos a la mesa del patrón; hasta entonces seremos esclavos y aunque
todo viéramos y supiéramos, estaríamos callados.
Quizás no he contestado al interrogante aunque he
intentado explicar las causas que nos llevan a esta situación de callada,
rendida y, me permitan, culpable aceptación
La verdadera respuesta está en cada uno de
nosotros: En su vida de cada día, en el rechazo de cualquiera componenda, en la
propia independencia moral, en la enseñanza que dejamos a los hijos y los
vecinos de honradez y integridad.
Tendremos que rehusar las lógicas y los cánones
que el poder, con el parasitismo y la corrupción que le está congenial, nos ha
impuesto; dejar de considerarlo inevitable y ineludible.
Hemos tenido otra vida antes de todo esto y otra
vida es posible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario