El asesinato de Tomás Becket, arzobispo de Canterbury |
En
la Europa católica este día
es un día
de fiesta religiosa pues se recuerda a San Esteban, el primer mártir del
cristianismo.
Luego,
hace muchisimos años, encontré las paginas de “Asesinato en la Catedral”
fabuloso drama de T.S. Eliot que nos cuenta del
asesinado de Tomás Becket arzobispo de Canterbury, en la Inglaterra del año
mil cien.
Mejor
que todo los dejo con unas paginas, la más vibrantes de fe, extraidas del drama que les
mencioné.
El
Arzobispo se levanta, va hacia el púlpito y empieza la prédica: estamos en la
mañana de la Navidad del 1170.
En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los
hombres que ama el Señor”. Versículo décimocuarto del segundo capítulo del
Evangelio según san Luca.
Mis queridos hijos de Dios, mi sermón de esta
mañana va a ser muy corto.
Sólo quiero que consideren, reflexionen sobre el
significado profundo y el misterio de la Misa en el Día de Navidad.
Porque, cada vez que celebramos la Santa Misa
renovamos la pasión y muerte de nuestro Señor, y en este día de Navidad, la
renovamos en la celebración de Su Nacimiento. Así que, al mismo tiempo,
disfrutamos de Su Venida para la salvación de los hombres, y volvemos a ofrecer
a Dios su Cuerpo y su Sangre en el sacrificio, oblación y satisfacción por los
pecados de todo el mundo.
Fue en esta misma noche,
que acaba de pasar, que una multitud de las huestes celestiales apareció a los pastores de Belén,
diciendo: " Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los
hombres que ama el Señor"; esta es la razón por qué en este mismo momento, sólo en el año,
celebramos juntos y el Nacimiento de Nuestro Señor y Su Pasión y Muerte en la Cruz.
Queridos amigos, de acuerdo con el Mundo, este tipo de comportamiento es muy
extraño. Pues quien en el mundo puede llorar, y alegrarse al mismo tiempo y por la misma razón?
Sin embargo, o la alegría estará dominada por la aflicción,
o la aflicción será disipada por la alegría y por lo tanto es sólo en estos nuestros misterios cristianos que nosotros podemos
alegrarnos y llorar al mismo tiempo y por la misma razón.
Pero piensen en el
significado de la palabra" paz "
¿No les parece
extraño que los
ángeles hayan anunciado: Paz,
cuando el mundo está
constantemente afectado
por la guerra,
y el miedo a la guerra?
¿No creen que las voces angelicales estaban equivocadas, y que la promesa fue una decepción, y un
fraude?
Consideremos, ahora, cómo Nuestro Señor mismo habló de la Paz.
Él dijo a sus discípulos: "Mi
paz os dejo, mi paz os doy."
Quería decir:
la paz, tal como lo entendemos?
El reino de Inglaterra está en paz con sus vecinos? Los barones en paz con el Rey? El cabeza de familia contando sus pacíficas ganancias? El hogar bien limpiado,
su mejor vino en la mesa para el amigo? Su mujer cantando a sus hijos?
Esos hombres,
que eran sus discípulos no sabían acerca de
estas cosas; salieron a hacer un
viaje largo, a sufrir por tierra y mar,
a padecer la tortura, el encarcelamiento, la decepción, a sufrir la muerte por martirio.
¿Qué quiso decir,
entonces?
Si ustedes quieren saber,
recuerden que Él también dijo: "No como el mundo la da, yo les doy, mi paz". Por lo
tanto, les dio la paz a sus
discípulos, pero no la paz como la da el mundo.
Consideren también una cosa en la que,
tal vez, nunca han pensado.
No sólo celebramos junto, en la fiesta de Navidad, el
Nacimiento de Nuestro Señor y su Muerte, pero al día siguiente, celebramos el
martirio de Su primer mártir, el beato Esteban.
¿Creen ustedes que sea
por casualidad que el día del primer
mártir sigue
inmediatamente el día del nacimiento de Cristo?
Por supuesto que no. Al igual que disfrutamos y sufrimos juntos,
el Nacimiento y la Muerte de Nuestro Señor, así, aún
proporcionalmente menor,
disfrutamos y sufrimos la muerte de los
mártires.
Sufrimos por los pecados del mundo que les ha martirizado;
disfrutamos que otra alma se cuenta
entre los santos
en el Cielo, para la gloria
de Dios y para la
salvación de los hombres.
Queridísimos, nosotros no pensamos en un mártir simplemente como un buen cristiano que fue elevado a la categoría de santos, ya que esto sólo sería disfrutar;
así pues, ni nuestro clamor, ni nuestro disfrute son como los del mundo.
Un martirio cristiano no es un "caso". Los santos no se hacen al "azar".
Mucho menos es, el martirio cristiano, el efecto de la voluntad de un hombre para convertirse en un santo;
como un hombre, querendo y tramando, puede
convertirse en un gobernante de los hombres.
Un martirio es siempre el designio de Dios, por su amor a los hombres, para advertirles y para guiarlos, para traerlos de vuelta en las
calles.
Un martirio no es un dibujo de un hombre pues verdadero mártir es el que se ha
convertido en un instrumento de Dios,
que ha perdido su voluntad en la
voluntad de Dios; no pero perdida sino encontrada, porque ha encontrado
la libertad en la sumisión a Dios
El mártir ya no desea nada para sí mismo,
ni siquiera la gloria del martirio.
Como en la tierra, la Iglesia junto se alegra y llora, de una manera que el mundo no puede entender, así en el cielo los santos no ven a sí mismos como nosotros los vemos,
pues están
en la luz de la Divinidad de la que sacan su ser.
P.D. La traducción, disculpen, es mía
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