El mito, bajo
el peso de la realidad, empieza a dar los primeros débiles signos de
hundimiento.
Ocurre por fin
y siempre más a menudo, también
fuera de sótanos carbonarios y cenáculos privados, que la gente de la calle, el
corazón de la sociedad real, ponga en tela de juicio unos tabú que la liturgia estatal
ha sacralizado.
La seguridad,
la justicia, la instrucción, la sanidad, por decir las más evidentes, las instituciones en donde la sustracción de
espacios de libertad y de recursos nos devuelve burocracia y ineficiencia.
Hace tiempo,
unos diez años, en mi período italiano había encontrado, frente a la evidencia del colapso del estado y de
las instituciones -y el tiempo que ha pasado sólo ha empeorado si fuera posible la situación- este anónimo escrito:
Me deseo, os deseo, que
cuanto antes sea abolido el estado. Ya está muerto adentro de mi hace un rato y
afuera huele a cadáver: sería más correcto declarar públicamente su extinción para todos los
efectos legales correspondientes.
Vivimos entre abultados escombros, sumergidos por las ruinas de un Estado que ya es el participio pasado del verbo estar: estado de avanzada descomposición.
Vivimos entre abultados escombros, sumergidos por las ruinas de un Estado que ya es el participio pasado del verbo estar: estado de avanzada descomposición.
Echamonos fuera de estas ruinas, ante que nos
encubran definitivamente
En aquel
tiempo, reconociendo los significados
y los valores de libertad de la filosofía política radicalmente
liberal ( no confundir con liberal en
inglés), me
convertí al
extremismo libertario.
Podríamos vivir mejor
sin estado, encargando el mínimo de los servicios a agencias y seguros privados
para la salud, la defensa, la escuela; y luego es posible la solidariedad, la
verdadera, la voluntaria, la personal, para quienes están peor, o la libre asociación
con quienes tienen nuestra misma sensibilidad.
Esto para
expresar y dar voz a un malestar que cunde entre la población, a una toma de
conciencia que se viene madurando.
No es sólo la oposición a las injustas
expropiaciones fiscales: sería
restrictivo atribuir al puro utilitarismo el creciente
desapego y contraposición al poder estatal. La novedad que me parece ver
brotando es que, en la parte activa de la sociedad y en los lugares más expuestos, va subiendo el significado y el valor
de la libertad individual, contra la prepotencia del dirigismo estatalista y
del cientificismo que lo impregna.
Quien está por los temas libertarios interpretados como oposición al
poder, como rechazo de la agresión contra los derechos naturales del individuo
y de todas coercitivas imposiciones, reconoce como historicas (por el momento
ineludibles pero finitas, en el sentido que tienen un término) las
instituciones estatales y su legado de pequeñas y grandes tragedias colectivas
de la epoca moderna.
P.D.
Lo de arriba es más palpable en los paises de Europa –los movimientos
secesionistas estan a demonstrarlo- y de EEUU donde hay una larga tradición de
individualismo y de independencia.
Menos en otros lados como México y Latinoamerica que todavía tienen un
concepto mitológico del Estado como pueblos jovenes y recién nacidos a la Independencia
y la Unidad Nacional.
Pero también en estos paises estoy viendo una toma de conciencia
siempre más profunda frente al caudillismo, a la dictadura “democratica”, al
paternalismo, a la demagogia, a las varias formas degenerativas del estado.
El proceso será largo pero desde siempre estoy convencido que el
espiritu de la libertad es una semilla fecunda.
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