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¿Se acuerdan del proyecto de la ciudades privadas
en Honduras?
Había hablado de esto en mi post “Será
realidad la ciudad privada: en Honduras” hace poco más de un mes.
El proyecto fracasó.
Por mano de la magistratura, la Corte Suprema de
Justicia, el estado centralista triunfa y acaba con la idea de una enclave autónoma,
aunque destinada a llevar trabajo, empleo y riqueza.
La mayoría absoluta del parlamento de Honduras, así como el presidente Porfirio Lobo, habían entendido los beneficios del proyecto, lo habían apoyado y votado.
Pero el Órgano Constitucional, al cual había sido presentado recurso por los oponentes, lo
bloqueó declarando la inconstitucionalidad por ir contra el principio de “soberanía”
y de “integridad territorial”.
Las nuevas “ciudades modelo” habrían debido ser caracterizado por una completa autonomía fiscal, por una tasación muy baja y por una
total libertad de hacer empresa y comercio. El “modelo” era lo de Hong Kong y
Singapur, hace tiempo paises muy pobres y ahora entre los mas ricos y dinámicos.
Ganó un principio abstracto, en beneficio del estado unitario, contra de la
concreta posibilidad de bienestar par un País todavía muy pobre.
Fueron presentados recursos contra el proyecto
por muchas organizaciones populares, que lograron adjuntar doce mil firmas de oposición, y
muchas más a través de redes sociales. El momento se oscureció con el asesinato
del abogado Antonio Trejo, hondureño defensor de la Soberanía y del Derecho a
la tierra del campesinado del Bajo Aguán, todavia no resuelto.
La opinión
pública local y internacional, ya escéptica si no abiertamente hostil, se
lavantó contra la idea de una “privatopia” impuesta por la fuerza.
De todas
maneras la sentencia de la Corte ha sido anticipada por una demonización
ideológica del libre mercado y de la idea que se pueda sustraer algo al poder
del estado.
Uno de los
promotores del recurso, inmediatamente después de la sentencia, declaró triunfalmente
a la BBC: “Esta es una gran noticia por el pueblo de Honduras. Esta decision
impidió que regresaramos al feudalesimo de hace 1000 años”.
Involuntariamente
admitió el error: fue propio la fragmentación de Europa en feudos, repúblicas
marineras, comunidades y ciudades libres, que consintió la más grande civilización.
No, por
cierto, el centralismo del estado nacional, un modelo que hoy en día se
encuentra en crisis incluso en la misma Europa.
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