“Abuelas sufren abusos
de su propia familia: las utilizan como niñeras sin darles retribución”.
Este era el titulo que salió en El Siglo de Durango el otro día.
Y la noticia, o mejor, el mensaje que la misma intentaba acreditar, me pareció una barbaridad.
Intentaré explicarme.
El estado, al surgir en su forma
más poderosa desde la segunda mitad del siglo diecinueve, se dió cuenta que la institucion antagónica a el era la
familia, como centro de lealtad y fuente de autoridad.
Y empezó una lucha más o menos encubierta para destruir, y aniquilar a este rival.
Hay que entender que en todas las sociedades hay un nivel
básico de “dependencia”: hay niños, personas muy ancianas, individuos incapacitados
y otros seriamente enfermos. Esta gente no puede cuidar de sí misma. Sin la
ayuda de otros, morirían. Toda sociedad debe tener una forma de prestar
atención a estos dependientes.
Y este es el punto: bajo el predominio de la libertad, la
institución natural de la familia (complementada y apoyada por las comunidades
locales, las organizaciones voluntarias, las istituciones religiosas)
proporciona, y siempre ha proporcionado y de veras en alguna manera sigue
proporcionando, la protección y el cuidado que necesita esta gente
“dependiente”.
De hecho, la familia es el único lugar donde nacen, se
manifiestan, se fortalecen aquellos vínculos solidarios de reciproca
dependencia y de ayuda, forjado sobre el ética del amor y del respecto, sin el deseo de la autoridad política y a menudo en contra
de ella.
Y no podría ser diferente, pues este orden que es natural
en el pequeno grupo (la familia, la horda, el clan y
la tribu, por decirlo a la Hayek) no puede ser el mismo en el estado, en la grande sociedad,
que se rige sobre otras y diferentes reglas.
Me
permitan un cita del autor que antes nombré, Friedrich August von Hayek, que
despues de especificar la diferencia
entre las dos instituciones, nos explica la necesidad de diferentes reglas,
porqué:
“el orden de la (Grande) Sociedad descansa, y tiene que descansar, en las frustraciónes y en los fracasos constantes y no deliberados (de aqui la supuesta crueldad, inhumanidad del mercado) de unos esfuerzos – esfuerzos que no habrian debido ser cumplido que pero, entre hombres libres pueden ser desalentado solo por el fracaso”.
“el orden de la (Grande) Sociedad descansa, y tiene que descansar, en las frustraciónes y en los fracasos constantes y no deliberados (de aqui la supuesta crueldad, inhumanidad del mercado) de unos esfuerzos – esfuerzos que no habrian debido ser cumplido que pero, entre hombres libres pueden ser desalentado solo por el fracaso”.
Y en eso consistía la rivalidad: el estado en su
inesorable, leviatánico camino, debía poco a poco substituirse a la familia,
quitarle su papel, su necesidad establecida en los milenios.
Y empezó con la proihibición del trabajo de los ninos,
con las escuelas públicas ( el
estado estableciendo horarios, programas, orientaciones de estudio); aunque
justificada como una medida para mejorar el bienestar y el conocimiento del
pueblo, la dinámica profunda era la socialización del tiempo y del saber de los
niños, a través de la suposición de que los funcionarios del estado sabían
mejor que los padres cómo debían emplear los niños su tiempo y de que no podía
esperarse o confiarse en que los padres protegieran a los hijos ante la
explotación.
El auge del estado del bienestar puede describirse entonces
como la constante transferencia de la función de “dependencia” de la familia al
estado, de las personas ligadas por lazos de sangre, matrimonio o adopción a
las personas ligada a funcionarios públicos, a burócratas.
El paso final se produjo cuando el estado implantó un
programa de pensiones de ancianidad o jubilación: un sistema público de
seguridad social, recortando los lazos naturales entre generaciones de una
familia, de otra manera dejaba al estado como centro de la lealtad primaria.
El hecho subyacente fue aquí la socialización de otra
función de la dependencia, esta vez la dependencia de los “muy viejos” y los
“débiles” respecto de los adultos maduros.
Durante milenios, el cuidado de los ancianos había sido
asunto de la familia.
A partir de aquí, iba a ser cosa del estado.
Juntando todas estas reformas, el efecto buscado era
socializar el valor económico de los niños. La economía natural de las familias
y el valor que los niños habían producido a los padres (ya sea como
trabajadores en la empresa familiar o como “póliza de seguro” para la vejez) se
eliminaron.
Este cambio produjo una menor “demanda” de niños y esto
es exactamente lo que pasó en Europa. Desde finales del siglo XIX hasta ahora,
la fertilidad estuvo en caída libre y la tasa de natalidad en muchos paises,
como la Italia, esta por debajo del nivel de crecimiento cero.
Argumentaban que el problema profundo era el declinar del
cristianismo o el aumento del materialismo o el egoísmo personal. Nadie
reparaba en los problemas que se encontraban en la legislación educativa y
social de los últimos 50 años.
El estatalismo gubernamental destruyó en esta manera la
familia, las relaciones mutuas que son el fundamento y la fortaleza de un
pueblo. Ahora todos somos pueblos masificados, sin identidad; estamos perdiendo
tradiciones, culturas, que siempre fueron ligadas y pertenecían a la familia y
a las agregaciones naturales y espontaneas.
Burocratizar la familia, los enlaces naturales quiere
decir destruirlos.
Entre poco, si ya no hay, escucharemos hablar del
sindicato de la familia y de su derechos, cuando la familia siempre ha estado
el lugar donde se fortalecían los deberes, se encontraba el mutuo y caritativo ayuda,
la asistencia recíproca.
En frente a la descomposición de la familia, de sus
enlaces, de sus relaciones - lo que nos aparece
cuando leemos de la culpabilizada falta de retribucion de las abuelas por su
familia – ya hemos perdido también la capacidad, la fuerza de indignarnos.
Y por eso a la fin les pongo este impresionante “Estoy mas que harto” sacado de la
pelicula Network (un mundo implacable) por Sidney Lumet, del 1976.
http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=fvwp&v=uSEfhWfrrOQ
http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=fvwp&v=uSEfhWfrrOQ
¡Buena indignación a todos!
Yo tambien lei ese titular y me parecio hasta cierto
ResponderBorrarpunto gracioso. Saludos.
P.D. (me gustaria opinar algo más de todo lo que explica, pero siento que solo ensuciaria todas sus palabras.)