Más
que ganar el importante es
participar
pues en la vida el esencial no es la conquista
sino la competición leal
Pierre de Frédy, barón de Coubertin (1863 – 1937)
pues en la vida el esencial no es la conquista
sino la competición leal
Pierre de Frédy, barón de Coubertin (1863 – 1937)
Fue Pierre de Coubertin el que volvió a llevar al lustre
antiguo las Olimpiadas: un barón francés, aficionado al deporte.
El quiso que fuera en Grecia, en Atena, pues Olimpia era un pueblo demasiado pequeño, el lungar en donde reiniciar la nueva tradición. El fue quien ideó el logotipo: los cinco círculos colorados significando el encuentro de los atletas de todo el mundo.
El quiso que fuera en Grecia, en Atena, pues Olimpia era un pueblo demasiado pequeño, el lungar en donde reiniciar la nueva tradición. El fue quien ideó el logotipo: los cinco círculos colorados significando el encuentro de los atletas de todo el mundo.
Así, el 6 de abril del 1896, rey Jorge
I de Grecia abrió de manera oficial la primera edición de las Olimpiadas modernas delante de bien 5000 espectadores;
las competiciones se cumplieron en un estadio construido igual a lo antiguo de
Olimpia.
Participaron 13 paises por un total de alrededor
de 300 atletas
no profesionales, y sólo hombres. Competían en atletismo, gimnasia, lucha
grecorromana, tenis, esgrima, halterofilia y pocos otros.
Han transcurrido más de cien años y todo ha
cambiado.
El espíritu del barón De Coubertin, el significado del encuentro de paises diferentes y lejanos a
través de sus hombres (y mujeres, después de la primera vez) más representativos en el deporte (visto como una alegoría, una sublimación de
la guerra), que quería reconectarse a la antigüedad cuando la Olimpiada era un
signo de paz y de unión, se perdió en el curso de los años.
Olimpiadas se realizaron en Berlino en el 1936, cuando ya el Führer había
promulgado las leyes raciales y estaba
planeando el exterminio de los judíos -Delano Roosevelt era presidente de los
EE.UU., Stanley Baldwin Primer Ministro del Reino Unido, en Espana empezaba en
los mismos dias la sangrienta guerra civil; en Moscú en el 1980 cuando estaba al poder Leonid Brežnev, el mismo que había
apagado en la sangre la primavera de Praga, el mismo que propio en año
antes ejecutó la
invasión del Afganistán.
También hicieron propuestas para la Olimpiada en Cina: pero no pasó.
Mientras tanto la Olimpiada se había cambiado en un negocio de proporciones
colosales, en uno espectaculo amantado de pabellones e hymnos, que siempre impresionan
el corazon de los simples, en una distribución mondial de
cargos, de organismos y instituciones, de sedes principescas, y de dinero, de mucho
dinero, de muchisimo dinero.
El deporte se degradó del sentido originario: el dinero subyugó a todo y a
todos. Cualquier tipo de juguete, dentro de
poco también lo de canicas, tomará honra olímpica,
mereciendose medallas, hymnos y palmadas. Y nuevas sedes, nuevas federaciones,
nuevos secretarios y presidentes.
Al
contrario de cuanto había dictado el barón de Coubertin,
ganar llegó a ser siempre más importante. Así era en los paises
totalitarios -Rusia, Cuba, China-, donde la victoria es un pasaporte para una
vida de mejor calidad.
Se hizo en todo el mundo.
De una sana y regular competición se llegó a una angustioso enfrentamiento en el cual el fin legitima a cualquier medio.
Para ganar se hace de todo.
En estos dias, por la victoria increible e imposible, en la competencia de natación de
los 400 metros mixtos, de la chaparrita Ye
Shiwen con un tiempo más bajo, en los últimos 50, de lo de Lochte y Phelps, todos se ponen a reprochar, a acusar, a pedir justicia
deportiva.
Las blancas vestales del deporte, come vivieran en el empíreo, dan la cara
de indignados y sorprendidos. Falsa
sorpresa y falsa indignación: defienden delante de los ojos de los simples y de
los miseros una pureza y un decoro que no hay más, que tal vez nunca existió. Defienden
sólo su posición, su dinero, que se volveriá comprometido si todo cayera en el desprestigio y luego en el rechazo y en
la indiferencia.
Porqué, ¿como podemos asombrarnos si casi cada día descubrimos casos de
doping en el deporte –pero también en la vida-, en cualquier deporte, en cualquier
de nuestras vidas?
Y luego ¿ya hemos olvidado los precedentes inquietantes de la DDR (Republica
Democratica Alemana) y del URSS (Unión de las Republicas Socialistas
Sovieticas) a quienes por décadas fue admitido de engañar el mundo aunque la
treta fuera bajo los ojos de todos? Muchas de las atletas han tenido su vida marcada
por la tormenta hormonal a la cual habían sido
sujetadas: unas se hicieron hombres, o quizas ya lo eran...
El sistema político chino es igual: vive de propaganda nacionalista; la
excelencia deportiva viene planeada por el estado; los ninos sacados de la
familia y integrados en los programas estatales para hacer de ellos un ejercito
de atletas.
Y quizá, como en el maíz, harán programado modificaciones
geneticas del organismo. ¿Sería más grave, de
un punto de vista humano, de que el campeón surgiera como resultado de entrenamientos
extenuantes, más semejantes a la tortura y a la explotación
de los menores?
Estamos en el tiempo de la imagen, del aparecer, de la exterioridad. Los valores no cuentan nada, no
cuentan para nadie.
El deporte, nacido para enraizar en
los jovenes los valores de la competencia y de la confrontación, para acostumbrarlos al esfuerzo
y al compromiso, ha perdido sobre la
marcha su verdadera función.
El deporte se volvió a ser una actividad por mirones, sedentarios y onanistas, un espectáculo donde
admiramos los resultados que otros enseñan a nuestra floja y aburrida vista.
Estamos muy cerca de los límites de las distopias que muchas veces unas
peliculas han detallado.
Pienso que el espiritu de las olimpiadas se mantiene. La hermandad entre los paises, la sana competencia se ve en la gran mayoria de eventos.
ResponderBorrarSin duda que hay eventos aislados que se dan, que no representan el espiritu olimpico, tal como el juesgo de badminton que por buscar rivales mas faciles, no dieron competencia. Estos casos son castigados.
Aunque algunos deportistas por ser sobresalientes como profesionales ganan cantidades exhorbitantes de dinero, en las olimpiadas, si llegan a ganar, lo que ganan es una medalla y el reconocimiento de su pais por el logro.
Que hayan patrocinadores que utilicen esto para dar ofertas a los atletas, es otra historia.